San José de Nazaret:

 

       El evangelio lo llama hombre justo ("dikaios" que en hebreo significa varón de eximia santidad). La eximia Santidad de San José está muy por encima de los Patriarcas y Profetas del Antiguo Testamento, de los Apóstoles y Mártires,  y aún de los mismos Angeles y el resto de los Santos. José era carpintero en Nazareth, por eso la Iglesia lo nombra Patrono de todos los obreros y su Protector Universal. Descendiente directo del Rey David, fue el padre adoptivo de Jesús.

       El Papa (hoy Beato) Juan XXIII  nos dice sobre él: "San José ilustre descendiente de David, luz de los Patriarcas, esposo de la Madre de Dios, guardián de su virginidad, padre nutricio del Hijo de Dios, vigilante defensor de Cristo, jefe de la Sagrada Familia, fue justísimo, castísimo, prudentísimo, fortísimo, muy obediente, fidelísimo, espejo de paciencia, amante de la pobreza, modelo de obreros, honor de la vida doméstica, guardián de las vírgenes, sostén de las familias, consolación de los desgraciados, esperanza de los enfermos, patrono de los moribundos, terror de los demonios, protector de la Iglesia Santa. Nadie es tan grande después de la Virgen María" (1)

       Luego de la Anunciación, la Virgen Madre, guardó para sí el gran misterio que había acontecido en ella: la Encarnación del Verbo de Dios. Cuando visita a su prima Santa Isabel,  esta inspirada del misterio por el Espíritu Santo exclama: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre" (Lc 1,42). "¿Porqué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?" (Lc. 1,43). María no lo había revelado a José, motivo por el cual nace la duda en él sobre sí debía desposarla, pero como era justo no quería denunciarla y pensó en separarse de ella en secreto para evitar la lapidación que mandaba la Ley (Mt. 1,19). Es allí cuando se le aparece el ángel del Señor y le dice que no tema que lo que había concebido María había sido obra Divina y que le correspondía la misión de ser su padre legalmente (Mt. 1,20).

       La paternidad de José va más allá de la de todos los padres terrenales, aún sin ser su filiación carnal, ya que en él se refleja la paternidad de Dios mismo constituyéndolo en cabeza de la familia con un corazón a la medida del Hijo de Dios y de su Madre María. Así pues, Dios dio a María a José por esposo no sólo para su apoyo en la vida sino para hacerlo participar del sagrado vínculo del matrimonio.

       En las Sagradas Escrituras se nos habla de San José como esposo de María Santísima en los siguientes evangelios:

- "A una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María" (Lc. 1,27).

- "Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús llamado el Cristo" (Mt. 1,16).

- "Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado y recibió a su mujer" (Mt. 1,24).

       Además, se le nombra en:

- ".....mira como tu padre y yo angustiados te buscábamos" (Lc. 2,48.51).

- "Jesús .... según se creía hijo de José" (Lc. 3,23).

- "¿No es este el hijo del carpintero?" (Mt. 13,55).

       En la literatura cristiana hablan de él: San Ireneo, San Francisco de Sales, San Ambrosio, Santo Tomás de Aquino, San Epifanio, San Bernardo, San Agustín, Santa Teresita de Jesús y recientemente algunos Papas como León XIII, Juan XXIII, Juan Pablo II y el Beato José María Escrivá de Balaguer.

       La Iglesia Católica ha dado a San José un culto y devoción especial:

1) El Papa Sixto IV establece el 19 de Marzo como la fiesta de San José.

2) Pío IX lo declara Patrono Universal de la Iglesia.

3) Benedicto XV lo instituye como protector de los moribundos.

4) Pío XII establece la celebración de San José obrero el 1ro de Mayo.

5) Juan XXIII lo incluye en la escala de los Santos después de Santa María Virgen.

       José muere entre Jesús y María antes de comenzar Jesús su vida pública. Recordemos que habiendo sido honrado por Dios es sobrada razón para que le rindamos nosotros también un alto tributo de honor.

       Le debemos a San José el apelativo de "Pepe" y "Pepina" que le damos a las personas bautizadas con su venerable nombre, dicho apelativo proviene de que desde épocas anteriores  se le denomina: "José padre putativo de Jesús" (José p.p. de Jesús) por cuanto era reputado como su verdadero padre.

 


 (1) Juan XVIII, Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos del año 1.962. Fuente: www.encuentra.com 

 

 

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